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A-24

Cataluña será islámica ou não será?

por A-24, em 23.08.13
Los datos estadísticos son demoledores. En los últimos 10 años, Cataluña ha pasado de tener 30.000 inmigrantes musulmanes a tener más de 400.000. Hoy la población musulmana supera el 20% en numerosas localidades de la comunidad autónoma. Los musulmanes marroquíes, argelinos y paquistaníes se estructuran en torno a 201 mezquitas, 200 oratorios y 19 madrazas.

Nada de esto habría ocurrido sin la entusiasta colaboración de los gobiernos autonómicos catalanes. El 13 de diciembre de 2009, una mezquita de Manlleu acogió una de las más de 130 consultas independentistas que se celebraron aquel día —ante el mutismo cómplice del Gobierno y el silencio de una oposición dispuesta a hacer cualquier cosa por ganarse el “cariño” de los secesionistas «moderados» catalanes—.

La unión entre secesionistas e Islam no es solo cosa de CiU. El tripartito trabajó en una ley que equiparaba a las iglesias con las mezquitas. Este permanente trato de favor propició la inmigración masiva musulmana y provocó la llegada de imanes salafistas que lograron radicalizar a los musulmanes, muchos de los cuales ingresaron en Al Qaeda y viajaron a Irak, Afganistán y Chechenia para integrarse en la organización terrorista. Contra todo pronóstico, la segunda generación de inmigrantes se está integrando peor que la primera. Es más, los jóvenes musulmanes se sienten desarraigados, reivindican con más fuerza su identidad y buscan una oferta religiosa más radical. Algunos datos presagian el desastre al que se enfrenta Cataluña por renunciar a sus raíces hispánicas: Más de 400.000 inmigrantes musulmanes que no se integran y forman guetos. Pese a haber sido empadronados, en muchos casos sin que pudiesen demostrar su arraigo en la región y recibir toda clase de ayudas asistenciales, la mayoría ha optado por el radicalismo. De hecho, Cataluña es la región europea con un mayor número de salafistas, según coinciden todos los servicios de información europeos.
El panorama es aterrador y ya es solo cuestión de tiempo que los musulmanes de Cataluña, cuando estén organizados y sean mayoritarios en una población en la que merma alarmantemente el número de nacimientos de autóctonos, terminen imponiendo sus propias normas a través de sus propios partidos políticos.
El asunto se complica ante el hecho de que muchos españoles, tras años de fingido victimismo por parte de los nacionalistas catalanes, ven en la islamización de Cataluña una forma de desquite frente a los insultos e injurias de que han sido objeto. El hecho de que miles de españoles, extremadamente críticos con la influencia islámica en Europa, observen con indisimulada delectación el incremento espectacular de la comunidad musulmana en suelo catalán, debería ser un signo de preocupación para los catalanes que aún no hayan perdido la serenidad ni el buen juicio.
“Entre el deshonor y la guerra has escogido el deshonor. Ahora tendrás también la guerra”. Se lo espetó Winston Churchill al primer ministro británico, Neville Chamberlain, cuando éste volvió a su país presumiendo del acuerdo de paz que había alcanzado con Hitler a costa de la desaparición de Checoslovaquia. Las palabras de Churchill son aplicables a todos los nacionalistas catalanes que, en su odio enfermizo a España, han buscado la alianza con el islam cediendo ante ellos una y otra vez. Tenemos actualmente numerosos ejemplos de nuevos Chamberlains que siguen empeñados en ceder ante los liberticidas a fin de alcanzar la quimera secesionista.
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